Hemos visto que las experiencias "negativas" del pasado las podemos transformar. ¿Pero qué pasa con las positivas?
Creo que todos hemos sentido a lo largo de nuestra vida, momentos, que aunque fueran breves, hemos calificado de irrepetibles debido a algún sentimiento pleno de, alegría, felicidad, paz, unidad, gratitud, poder, fortaleza, compasión, certeza, confianza, valor o amor, que provocaron en nosotros. Pueden haber sido provocados por muy variados sucesos, una canción, una relación, una contemplación, una lectura, un silencio, una acción, un sueño, una visión, una percepción, etc. y para mí lo que tendrían en común esos sucesos, es que sacaron a la luz lo mejor de nosotros. Nos hicieron sentir algo que calificamos de excepcional porque no sucede de forma habitual en nuestras vidas, y además y en general, solemos darle todo "el mérito" al objeto externo que lo provocó.
Pero lo que no solemos pensar, es que aunque nos encontráramos delante de lo más inspirador, bello o lleno de amor que hubiera en el universo, no podríamos ni tan siquiera distinguirlo y mucho menos sentir algo sublime o trascendental por su causa, a menos que esa cualidad y a ese nivel, estuviera de antemano en nosotros.
De modo que como mínimo, podríamos repartir "el mérito" de tan bellos sentimientos, entre el sujeto y el objeto de nuestra atención.
Pensando un poco más, podríamos descubrir que, al menos en muchas ocasiones, nos hemos sentido identificados con lo que nos provocó, intuyendo tal vez, que algo de nosotros estaba ahí, considerando esa identificación como el motivo principal de nuestro espléndido sentir. Y yendo un poquito más allá, supimos o tuvimos la certeza que éramos una misma cosa, que no había separación entre nosotros y lo que aparentemente se presentaba como un agente externo.
Viendo esto, podemos llegar en principio a la conclusión, de que recordando todos los bellos sentimientos de nuestro pasado, podríamos ennumerar todo lo bello que existió en nosotros. Y si existió, EXISTE, ese maravilloso Tú existe, no eres una excepción. Así que Tú mismo puedes ser tu referente, tu guía, el que te abrirá la puerta para recordarte quién eres en verdad.
Nada genuino desaparece, sencillamente puede estar activado o desactivado en nosotros. Y la llave maestra para poner en danza las cualidades que te engrandecieron, emocionaron, enaltecieron o elevaron, la tienes Tú, nadie más.
Puede ser que las circunstancias de tu vida te hayan hecho olvidar y sepultar en lo más hondo al maravilloso Ser que eres. Pero entonces si quieres, puedes empezar a interesarte en tí, a preguntarte por qué cambiaste u olvidaste.
Y si ennumeras todas las cualidades que recuerdas haber tenido en algún momento, (aunque pienses que ya no las tienes), verás que corresponden muy bien con muchas de tus características "negativas" que afloraron en tu vida en tal o cual experiencia, pero representando el otro polo.
Por ejemplo, si pasaste mucho miedo, encontrarás que en tí existe la valentía necesaria para enfrentarlo. Si te sentiste humillado, descubrirás en tí el amor propio. Si te sientes enfrentado y en guerra con la vida, verás que existe en tí una gran capacidad para generar unidad y paz. Etc.
Vivimos en una dualidad en la que nada existe sin la otra cara de la moneda. Así que si en nosotros habita un lado del "palo", también habita el otro. Si percibimos blanco, es porque hay negro o viceversa. Así que si eres de esas personas que solo ven carterísticas negativas en sí misma y como consecuencia, en los demás, tengo que darte "la mala noticia" de que en tí también están sus opuestos al igual que en los demás. Únicamente depende de nosotros elegir si queremos Ser el oro que Somos o quedarnos en plomo. Esa es la verdadera Alquimia.Y la piedra filosofal, la llave maestra, no es otra que nuestra esencia divina, nuestro verdadero Ser.
Os dejo un enlace relativo a La Verdadera Alquimia de David Topi, el artículo se titula Alquimia de metales, alquimia interior desde donde podeis ir enlazando a otros artículos para completar todo lo que nos explica al respecto.
Un abrazo desde el corazón
Creo que todos hemos sentido a lo largo de nuestra vida, momentos, que aunque fueran breves, hemos calificado de irrepetibles debido a algún sentimiento pleno de, alegría, felicidad, paz, unidad, gratitud, poder, fortaleza, compasión, certeza, confianza, valor o amor, que provocaron en nosotros. Pueden haber sido provocados por muy variados sucesos, una canción, una relación, una contemplación, una lectura, un silencio, una acción, un sueño, una visión, una percepción, etc. y para mí lo que tendrían en común esos sucesos, es que sacaron a la luz lo mejor de nosotros. Nos hicieron sentir algo que calificamos de excepcional porque no sucede de forma habitual en nuestras vidas, y además y en general, solemos darle todo "el mérito" al objeto externo que lo provocó.
Pero lo que no solemos pensar, es que aunque nos encontráramos delante de lo más inspirador, bello o lleno de amor que hubiera en el universo, no podríamos ni tan siquiera distinguirlo y mucho menos sentir algo sublime o trascendental por su causa, a menos que esa cualidad y a ese nivel, estuviera de antemano en nosotros.
De modo que como mínimo, podríamos repartir "el mérito" de tan bellos sentimientos, entre el sujeto y el objeto de nuestra atención.
Pensando un poco más, podríamos descubrir que, al menos en muchas ocasiones, nos hemos sentido identificados con lo que nos provocó, intuyendo tal vez, que algo de nosotros estaba ahí, considerando esa identificación como el motivo principal de nuestro espléndido sentir. Y yendo un poquito más allá, supimos o tuvimos la certeza que éramos una misma cosa, que no había separación entre nosotros y lo que aparentemente se presentaba como un agente externo.
Viendo esto, podemos llegar en principio a la conclusión, de que recordando todos los bellos sentimientos de nuestro pasado, podríamos ennumerar todo lo bello que existió en nosotros. Y si existió, EXISTE, ese maravilloso Tú existe, no eres una excepción. Así que Tú mismo puedes ser tu referente, tu guía, el que te abrirá la puerta para recordarte quién eres en verdad.
Nada genuino desaparece, sencillamente puede estar activado o desactivado en nosotros. Y la llave maestra para poner en danza las cualidades que te engrandecieron, emocionaron, enaltecieron o elevaron, la tienes Tú, nadie más.
Puede ser que las circunstancias de tu vida te hayan hecho olvidar y sepultar en lo más hondo al maravilloso Ser que eres. Pero entonces si quieres, puedes empezar a interesarte en tí, a preguntarte por qué cambiaste u olvidaste.
Y si ennumeras todas las cualidades que recuerdas haber tenido en algún momento, (aunque pienses que ya no las tienes), verás que corresponden muy bien con muchas de tus características "negativas" que afloraron en tu vida en tal o cual experiencia, pero representando el otro polo.
Por ejemplo, si pasaste mucho miedo, encontrarás que en tí existe la valentía necesaria para enfrentarlo. Si te sentiste humillado, descubrirás en tí el amor propio. Si te sientes enfrentado y en guerra con la vida, verás que existe en tí una gran capacidad para generar unidad y paz. Etc.
Vivimos en una dualidad en la que nada existe sin la otra cara de la moneda. Así que si en nosotros habita un lado del "palo", también habita el otro. Si percibimos blanco, es porque hay negro o viceversa. Así que si eres de esas personas que solo ven carterísticas negativas en sí misma y como consecuencia, en los demás, tengo que darte "la mala noticia" de que en tí también están sus opuestos al igual que en los demás. Únicamente depende de nosotros elegir si queremos Ser el oro que Somos o quedarnos en plomo. Esa es la verdadera Alquimia.Y la piedra filosofal, la llave maestra, no es otra que nuestra esencia divina, nuestro verdadero Ser.
Os dejo un enlace relativo a La Verdadera Alquimia de David Topi, el artículo se titula Alquimia de metales, alquimia interior desde donde podeis ir enlazando a otros artículos para completar todo lo que nos explica al respecto.
Un abrazo desde el corazón